Wiki
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Fecha de lanzamiento
noviembre 1984
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Duración
8 temas
Banda: Yngwie J. Malmsteen.
Titulo: "Rising Force".
Año de publicación: 1984
Estilo: Neoclasico Heavy Metal
Rising Force es el primer álbum de estudio del virtuoso de la guitarra Yngwie J. Malmsteen después de abandonar Alcatrazz. Publicado en 1984, en él combina velocidad y técnica con ambientaciones clásicas y barrocas, asemejándose en parte a la música de Beethoven y Paganini.
Lista de canciones:
1. Black Star
2. Far Beyond the Sun
3. Now Your Ships are Burned
4. Evil Eye
5. Icarus' Dream Suite op. 4
6. As Above, So Below
7. Little Savage
8. Farewell
Intérpretes:
Yngwie J. Malmsteen: guitarras eléctricas, acústicas, bajo y pedales.
Barriemore Barlow: batería.
Jens Johansson: teclados.
Jeff Scott Soto: voz.
1ª critica:
Allá por el año 1.984 un semi-desconocido Lars Johann Yngwie Lannerback, que había colaborado en grupos como Steeler y había dado un giro de 180 grados a la música de Alcatrazz decidió que era el momento de dar el gran paso de iniciar su carrera en solitario.
Toda su pasión por la guitarra comenzó cuando siendo aún un niño vio un programa de televisión sobre la muerte de Jimi Hendrix. Empezó a sentirse atraído por la música, y gracias a su hermana conoció a los músicos clásicos barrocos como Bach o Paganini, grandes influencias para el joven que poco a poco se convertiría en el mejor músico neo-clásico de la historia.
Para la grabación de “Rising Force” decidió reunirse de un gran amigo suyo a los teclados, Jens Johansson (ahora en Stratovarius), Barriemore Barlow (Jethro Tull) se encargaría de tocar la batería, Yngwie la guitarra y además se encargó de grabar las pistas de bajo, y a la voz de los dos temas que no son íntegramente instrumentales estaría Jeff Scott Soto, que sería el primero de una larga de grandes vocalistas que colaborarían a lo largo de la carrera del sueco.
En la parte musical, el disco marcaría un antes y un después en la forma de tocar la guitarra. La gran inspiración del Malmsteen fue Ritchie Blackmore y los barrocos nombrados anteriormente, a los que le agrego su toque personal, la velocidad. Nunca antes se había escuchado a nadie tocar la guitarra tan rápido. Temas como “Black Star” con un inicio acústico lento para ir progresivamente aumentando la velocidad de la guitarra, las melodías vocales de Soto que encajaban perfectamente con los duelos Malmsteen-Johansson en “Now Your Ships Are Burned” ó el final calmado con “Farewell” han hecho convertirse con el paso de los años a “Rising Force” como la Biblia Neo-Clásica.
Puede que tengamos que dar gracias al ejercito sueco por devolver a casa al joven Malmsteen después de este ponerse un arma en la sien tras rechazar ser oficial militar, puede que tengamos que dar gracias a la suerte ya que el 22 de Junio de 1987 Yngwie estrelló su Jaguar contra un árbol, se rompió literalmente la cabeza contra el volante del coche, se produjo un coágulo en el cerebro y estuve varias semanas en coma. Tras despertar su brazo derecho había quedado inutilizado. Mientras se esforzaba por recuperar los nervios motrices de su brazo derecho, su madre muere en Suecia; su manager le dejaba en la ruina con infinidad de facturas médicas que pagar… Pero todos estos desgraciados acontecimientos son la clave de la marcada personalidad del genio, arisco, malhumorado y… virtuoso.
A nadie escapa la calidad del guitarrista sueco, pero como todo el mundo, tiene manchas en su carrera, y la de Yngwie está bastante marcada. Tras varios discos exitosos, tras la eclosión de cientos de guitarristas que tocaban a velocidades increíbles, Yngwie se sumió en una crisis de composición que alcanza hasta hoy en día, la escucha de sus discos es monótona, aburrida, por que lo que toca ya lo hemos escuchado, esperemos que el genio, como ya hizo otras veces, levante la cabeza y nos deleito con otra obra maestra como este “Rising Force”.
Jorge Fernândez - 23/09/03
2ª critica:
Un chaval sueco llega de la mano del buscador de virtuosos Mike Varney a Estados Unidos y, después de darle plantón tras grabar un disco con un grupo llamado Steeler, se va con Graham Bonnet y sus Alcatrazz y lo vuelve a dejar para lanzarse al vacío en solitario.
Es un pequeño resumen para situarnos en el contexto con este, el primer disco de Yngwie (pronúnciese ingvei) Malmsteen, ese hombre que parece un Ritchie Blackmore en exagerado, que tiene como él un ego más grande que un Airbus y que toca una escala completa en seis cuerdas en lo que tú aún comienzas con la segunda.
Porque, reconozcámoslo: rápido y buen guitarrista, es un rato. Y a la gente lo que le gustaba de él era eso mismo. Así que, si quieres lentejas, pues dos platos.
Sin embargo, este disco tiene más chicha de la que uno podría esperar. Vale que también toque el bajo él mismo, lo cual cierra el círculo del virtuoso mira-ombligos, pero hay que reconocer que las canciones, el concepto y las melodías son buenas. Y, por supuesto, tiene a unos buenos músicos por detrás, como son los hermanos Johansson y la voz estupenda, aunque aparezca en sólo un par de canciones, de Jeff Scott Soto.
Dice que inventó el metal neoclásico, si bien es cierto que gente como Blackmore o Randy Rhoads ya habían grabado música de ese corte mucho antes. Lo que no se le puede negar es que llevara el estilo a un extremo ultravirtuoso/ultrarrápido y consiguiera hacer popular el rock instrumental.
Hay temas tan buenos como Black Star o mi favorita Far Beyond the Sun (qué obsesión con las estrellas y el estrellato debía tener), incluso está Evil Eye, que ya la tocaba con Alcatrazz en directo, con ese inicio a lo minueto Bachiano. Jens Johansson le da las réplicas perfectas a los solos con su teclado, estando en segundo plano cuando hace falta, y Jeff Scott Soto participa, cuando le dejan, sacando ese vozarrón característico. Está completito de canciones en las que podrás sacar tu raqueta y mirarte en el espejo, palabra.
Por supuesto, prima la guitarra y hay solos-Ferrari con más notas que un disco completo de más de un grupo que yo me se. Por eso es un disco de Yngwie Malmsteen y todo gira en torno a él. Como le leí una vez: "Rising Force… no es un grupo, soy yo".
Puede que sea un ejercicio de onanismo guitarrístico con eyaculación precoz, puede que haya habido demasiados clones y que haya innovado más bien poco desde entonces, puede que el estilo de los shredders del palo haya envejecido más bien mal, pero este disco merece una escucha desde la ingenuidad del oyente, porque aún contiene algo que más tarde el hombrecito perdería por el camino, entre tanto sweep picking y escala disminuída: frescura de juventud y música. Dale una oportunidad pensando que, antes de esto, no había nada igual.
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